Como publiqué la semana pasada, el concepto de Salud Mental Comunitaria, debe estar plenamente asentado y estrechamente ligado a las definiciones y a la praxis que tengamos como profesionales y como Estado en los ámbitos de “salud” y de “salud mental”, campos que ya fueron expuestos.
Desde la tarea del Estado, nuestro país ha dado grandes pasos para avanzar hacia la mejoría de las condiciones de atención en salud mental. Prueba de ello es la creciente inversión en centros de diagnóstico y tratamiento, no sólo entendidos como consultas médicas, sino como una integralidad de las prestaciones de salud. Lo anterior significa que quienes presentan una alteración en su salud mental pueden beneficiarse de formas de enfrentamiento del problema que parten desde el estudio y evaluación de la comunidad en la que están inmersas, de la familia a la que pertenecen, del ambiente laboral en el que se desempeñan. Estos elementos son un claro complemento de un análisis holístico que involucrará, por cierto, los factores de tipo biológico y psicológico que, sumados a los anteriormente señalados, configuran el conjunto de condicionantes de la salud mental de las personas. Este enfoque implicará, sin lugar a dudas, una dignificación de las personas que presentan una discapacidad de causa psíquica.
Conocí la mejor definición de Salud Mental Comunitaria gracias al Dr. Carlos Madariaga, quien me invitó conformar el equipo docente del Diplomado en Salud Mental Comunitaria de la Universidad de Chile, que dirige el Dr. Rafael Sepúlveda. En este programa, el Dr. Madariaga señaló las bases para una definición que marca pautas y senderos claros:
1.- Concepto de multicausalidad de la salud mental.
2.- Utilización de la promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación.
3.- Integración del saber popular.
4.- Aplicación de un marco ético basado en la doctrina de los derechos humanos (agregaríamos la Declaración Universal de los Derechos del Niño).
5.- Preocupación por la calidad de vida y el bienestar de las personas.
6.- Preocupación por la rehabilitación psicosocial e integración social.
7.- Trabajo de equipos multidisciplinarios, con relaciones horizontales y construcción colectiva de diagnósticos y planes terapéuticos.
8.- Participación familiar y barrial en la rehabilitación e integración social.
9.- Integración de la salud mental a los centros de atención primaria.
10.- Facilitación de la participación de líderes y organizaciones comunitarias en los programas locales de salud mental y psiquiatría.
11.- Posicionamiento de los usuarios en un rol protagónico.
12.- Trabajo conjunto con otros sectores (por ej., educación) tanto para la promoción y prevención, como para la rehabilitación e integración social .
13.- Aplicación de un enfoque territorial y poblacional.
Desde la tarea del Estado, nuestro país ha dado grandes pasos para avanzar hacia la mejoría de las condiciones de atención en salud mental. Prueba de ello es la creciente inversión en centros de diagnóstico y tratamiento, no sólo entendidos como consultas médicas, sino como una integralidad de las prestaciones de salud. Lo anterior significa que quienes presentan una alteración en su salud mental pueden beneficiarse de formas de enfrentamiento del problema que parten desde el estudio y evaluación de la comunidad en la que están inmersas, de la familia a la que pertenecen, del ambiente laboral en el que se desempeñan. Estos elementos son un claro complemento de un análisis holístico que involucrará, por cierto, los factores de tipo biológico y psicológico que, sumados a los anteriormente señalados, configuran el conjunto de condicionantes de la salud mental de las personas. Este enfoque implicará, sin lugar a dudas, una dignificación de las personas que presentan una discapacidad de causa psíquica.
Conocí la mejor definición de Salud Mental Comunitaria gracias al Dr. Carlos Madariaga, quien me invitó conformar el equipo docente del Diplomado en Salud Mental Comunitaria de la Universidad de Chile, que dirige el Dr. Rafael Sepúlveda. En este programa, el Dr. Madariaga señaló las bases para una definición que marca pautas y senderos claros:
1.- Concepto de multicausalidad de la salud mental.
2.- Utilización de la promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación.
3.- Integración del saber popular.
4.- Aplicación de un marco ético basado en la doctrina de los derechos humanos (agregaríamos la Declaración Universal de los Derechos del Niño).
5.- Preocupación por la calidad de vida y el bienestar de las personas.
6.- Preocupación por la rehabilitación psicosocial e integración social.
7.- Trabajo de equipos multidisciplinarios, con relaciones horizontales y construcción colectiva de diagnósticos y planes terapéuticos.
8.- Participación familiar y barrial en la rehabilitación e integración social.
9.- Integración de la salud mental a los centros de atención primaria.
10.- Facilitación de la participación de líderes y organizaciones comunitarias en los programas locales de salud mental y psiquiatría.
11.- Posicionamiento de los usuarios en un rol protagónico.
12.- Trabajo conjunto con otros sectores (por ej., educación) tanto para la promoción y prevención, como para la rehabilitación e integración social .
13.- Aplicación de un enfoque territorial y poblacional.
3 comentarios:
Bienvenido a la Blogósfera.
Gracias, Percy.
Espero sea una grata ocasión de compartir e interactuar.
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