domingo, mayo 29, 2005

Resiliencia

Desde hace varias décadas, investigadores en el área de la Psicología y la Psiquiatría Infantil notaron la existencia de niños que, pese a verse enfrentados a modos de vida o a situaciones de adversidad, logran sobreponerse a ella, o incluso salir fortalecidos de experiencias traumáticas. Para poder denominar esta condición, se escogió el término “resiliencia”, que en su acepción original era una palabra de lengua inglesa, usada corrientemente en ingeniería, que denota la facultad de algunos materiales de volver a su forma original cuando son sometidos a intensas presiones.

Más allá del concepto metalúrgico, los estudios de lo que realmente sucede en las personas han logrado determinar que la resiliencia puede estar condicionada por factores de tipo innato, genético, y por elementos provenientes del ambiente, sea este familiar, comunitario o social. Lo más interesante es que todos estos factores interactúan dinámica y dialécticamente entre sí. En efecto, sabemos que en el fondo, el pensamiento y la conducta humana ocurren porque el cerebro los hace posibles, y el cerebro funciona gracias a complejos sistemas biológicos y electro-químicos, cuyo sustrato de acción son las neuronas, sus conexiones (sinapsis) y las sustancias que transmiten la información (neurotransmisores). Sin embargo, dado que nacemos con un sistema nervioso aún en desarrollo, su maduración dependerá en gran medida de las experiencias que el niño tenga a lo largo de su infancia -especialmente en los períodos más precoces-, las que pueden definir los rasgos de resiliencia o, por el contrario, de vulnerabilidad, que lo acompañarán incluso por el resto de su vida.

Naturalmente, las malas condiciones socioeconómicas y la deprivación afectiva, son aspectos que alejan la posibilidad de desarrollar resiliencia, poniendo al niño en serio riesgo de ser vulnerable a la adversidad. De este modo, cuando catalogamos a un niño como fracasado, flojo o perdedor, deberíamos primero examinar cual es la responsabilidad que la sociedad ha tenido en la génesis de tales rasgos.

Dentro de los factores promotores de resiliencia, se encuentran la autoestima, la empatía, la seguridad en sí mismo y el sentido del humor, factor éste que operaría como un mecanismo de defensa, al disfrazar la realidad, dándole –aunque sea por momentos- un sentido más agradable. Pero, sin lugar a dudas, el elemento más importante en la promoción de resiliencia, es la familia. Cuando ella no se tiene, al menos el niño debe contar con una persona, adulta, con quien desarrolle lazos incondicionales de afecto, que le proporcione seguridad y lo eduque en equilibrio entre las normas y la permisividad.

miércoles, mayo 25, 2005

Angustia Académica

En estas líneas intentaré abordar el tema de las expectativas creadas en torno a los niños y adolescentes, expectativas que se transforman en exigencias y más adelante en posibles frustraciones, las que nacen de los adultos y son gratuitamente traspasadas a los estudiantes de nuestra sociedad.

El hecho de mirar el mundo de los niños con ojos de adulto nos lleva a no comprender cual es la dimensión de sus vidas, cuales son sus reales intereses y como debe darse su pasar por la infancia, para cimentar las bases de un futuro feliz. Lamentablemente, en la medida que la edad cronológica y psicológica avanza, esto es, al acercarnos a la pubertad y adolescencia, van aumentando las exigencias que el medio familiar, escolar y social impone sobre los jóvenes. Un claro ejemplo de ello, son los requisitos de ingreso y mantención que algunos establecimientos educacionales establecen a sus alumnos. El estrés que sufren los adolescentes adquiere grados superlativos, cuando se acercan a la Prueba de Selección Universitaria, más conocida como PSU.
Existe la convicción en muchos padres y educadores, que los jóvenes deben definir su vocación de estudios, esto es, la carrera o el área específica que estudiarán, lo más pronto posible. Ya desde el comienzo de la enseñanza media, influidos por este modo de pensar, los estudiantes inician una afanosa búsqueda para definir sus intereses, o bien, para hacer conciliar estos intereses con los de sus padres. A esto hay que agregar que también se requiere una concordancia con las habilidades del joven y con las expectativas educacionales, las que además requieren ser confrontadas con la oferta educativa universitaria y con la disponibilidad económica para solventar la carrera que finalmente resulte elegida.
Este planteamiento entraña muchos más riesgos que ventajas. En primer lugar, cuando un muchacho define tempranamente la carrera que desea, pasa a establecerla como una prioridad absoluta, como un compromiso ante su familia, sus pares y ante sí mismo, de tal forma que el pensar en la posibilidad de no lograr esta meta, genera una angustia tal, que afectará su actividad cotidiana, incidiendo negativamente en múltiples aspectos de su vida, incluso alterando su rendimiento y capacidad de estudio y aprendizaje.
Por otra parte, muchos estudiantes que ven pasar el tiempo sin haber definido aún su opción de futura profesión, se angustian por creer que están en un estado de inmadurez o indecisión anormal o perjudicial. A estos estudiantes debemos decirles que en realidad no necesitan tener definiciones tan precisas: muy por el contrario, mientras más abierto sea el abanico de posibilidades, más tranquilidad tendrán, estudiarán con menos presiones y esto redundará en mejores resultados, los que, cuando llegue el momento, les permitirán tomar una decisión con mayores posibilidades. El mismo mensaje, por supuesto va para los docentes: si desean mejores resultados, deben reducir las fuentes de estrés y permitir que en estas etapas cruciales y difíciles, el estudiar sea algo gratificante y no una presión que agobie.

martes, mayo 24, 2005

Cuando me acuerdo del Internado Barros Arana

Hoy encontré en "El Mostrador" un texto escrito por Víctor Hugo López, el que refleja de muy buena manera los sentimientos de quienes somos ex-alumnos del Internado Nacional Barros Arana. Me comuniqué con Víctor Hugo y me autorizó para publicarlo en el blog. Acá está:
"Cuando me acuerdo del Internado Barros Arana"
por Víctor Hugo López
Cuando me acuerdo del Internado, son como las 2 de la tarde, quiero oír música me acerco a los parlantes de la radio INBA, ya le di tres mascadas al sándwich de lechuga con plátano, se escucha “Go Home” del grupo “Ten Years After”, me gusta el tema, pero no veo la necesidad de ir más allá de la biblioteca, de las multicanchas y los gimnasios, de la piscina temperada para atravesarla nadando por debajo del agua, del dormitorio, del cine, del comedor, de los pastos del patio de las palmeras, del pabellón de artes plásticas y manuales, de la peluquería, de la enfermería, de los laboratorios, de la sala de pimpón, de la sala de pool, de los tantos rincones que hay por todos lados de esta gran casa.
Cuando me acuerdo del Internado, siento olor a mantequilla, a pichanga, a discusión acalorada, a poroto, a hueveo, a manzana, a responsabilidad, a marraqueta, a libertad. Un viernes el gato Zúñiga me invita a Buin, van a celebrarle el cumpleaños, en su casa-negocio. Es la primera vez que dispongo de un tocadiscos y escucho “Let It Be” muchas muchas veces, estoy maravillado que me dejen hacerlo, el cumpleaños del gato Zúñiga es una canción que me quedará grabada con alta fidelidad.
Cuando me acuerdo del Internado, en la noche después que apagan la luz del dormitorio, el Guzmán saca un tarro de manjar del ropero, lo esparcimos sobre el queque que traje el domingo, me cuesta quedarme dormido, tengo un sueño dulce que esparce semen en el pijama. De adulto cuando despierte con hambre, sacaré una bolsa de manjar del refrigerador, volveré al dormitorio, me daré el mismo doble banquete y dormiré como esparcido sobre la cubrecama.
Cuando me acuerdo del Internado, se celebra el día del maestro. El cabezón Vargas canta “Yo soy aquel” de Raphael de España, aquel será el país donde el cabezón criará sus hijos. De imitar a Sandro bailando y cantando “Rosa, Rosa, tan maravillosa…”, se encarga el cochito Vidal, que será un cocinero inimitable. La “Plegaria del Labrador” de Víctor Jara es recitada por el cabeza de huevo Nordenflycht, que será el primero en fallecer, mejor dicho en ser fallecido (ni remotamente me imagino que este niñito high de Viña de Mar se atreverá en su vida a limpiar como el fuego el cañón de su fusil).
El elenco culmina con el che Rodríguez cantando acompañado con guitarra “…sueño, sueño, del alma que a veces muere sin florecer…”, es la “Zamba de la Esperanza” de Los Chalchaleros. Ese día no hay clases de inglés con el pelao Clerc, ni de francés con la madame Varas, ni de artes manuales con el lumbeta Lillo, ni de música con don Luuuuuuiiiiiissssss Vilches, ni de ciencias naturales con Heriberto Soto, ni de matemáticas con el gato Cabrera, ni de historia con falabellito Arratia. Ese día, fue una clase de alegría, de una alegría magistral como si se estuviera inaugurando la adolescencia.
Cuando me acuerdo del Internado, hay elecciones presidenciales. Con votos no se cambia el mundo, me dice un futuro experto electoral. En todo caso, su opinión, la del que me dijo la frase en cuestión, no es influyente ni decisiva, y eso mismo quizás será decisivo para que, pasado el tiempo, haga influyentes pronósticos electorales.
Cuando me acuerdo del Internado, vengo saliendo de una sesión de cine. Este miércoles dieron “La Fiesta Inolvidable”, el anterior “El Submarino Amarillo” y escucho que alguien dice: esta película había que verla volado. En el fondo, no olvidaré esa frase, creo, porque el cine me entretiene y aterriza, pero el narcotráfico me aterrorizará.
Cuando me acuerdo del Internado, aprendo a jugar básquetbol. No se mira la pelota mientras se botea, me dice un futuro seleccionado nacional y doctor en educación. Trato de no mirar el teclado mientras escribo, y por más que lo ejercite me resulta imposible no hacerlo.
Cuando me acuerdo del Internado, aprovecho lo que mas puedo la hora de estudio antes del desayuno y después de la comida, así en los recreos largos de casi dos horas, puedo tranquilamente jugar baby fútbol usando como pelota el envase de la pasta para lustrar zapatos, conversar con los que fuman en la cancha de fútbol, esperar a Serrano, el auxiliar que reparte las cartas y las encomiendas, leer el diario y revistas de historietas, ir a las asambleas de presidentes y delegados de curso, dormir en los catres viejos que hay en la cancha de tenis, responder ridículas cartas de amor que “si no fueran ridículas no serían cartas de amor”, tomar sol en el tercer piso, agarrarme a combos con un colombiano, para que ambos perdamos como en la guerra.
Cuando me acuerdo del Internado, venimos de vuelta de haber visto “El Degenéresis” en el teatro Antonio Varas. A la semana siguiente en su clase de Castellano, el chato Clerc pregunta ¿que es lo que justifica que un gueón haya salido en pelotas al final de la obra? Porque es un guión surrealista, me dice en la fila del almuerzo el pelao Navarrete. Algunos días jueves veo los comentarios de arte que hace en el canal de televisión de la Universidad de Chile, el profesor de Literatura que voy a tener en la Escuela de Ingeniería, y casi todos los días veo en el canal nacional al correcaminos bip-bip que arranca y se burla del coyote, que se lo quiere comer. A mí me persigue y me “empelota” la burla que estoy pasando, por proponer la irrealista idea de simular un incendio del Internado, en el consejo de curso en que se discute qué cosa original hacer para la celebración del aniversario.
Cuando me acuerdo del Internado, son las 10 y tanto de la noche estamos durmiendo y tiembla fuerte, un futuro diplomático se pone a cantar un huanito, 29 o 30 años después y luego de un terremoto en un país donde cumple funciones, lo entrevistarán telefónicamente en la televisión, para que transmita tranquilidad a los familiares de los chilenos que viven por esos lados. No paran de moverse y quejarse las gruesas murallas y las vigas de pino Oregón, en pocos segundos casi todos bajan desde el tercer piso gritando y saltando escalones a oscuras, mostrando una agilidad no vista en clases de educación física, pasamos la noche en la sala de clases escuchando radio a pilas. El derrumbe de casas en lugares, ciudades y barrios, mezclada con la variedad de orígenes sociales de los cuales provenimos, provoca que se levante la solidaridad inmediata y que el centro de alumnos, con eficiente caos, organice la recolección de ayuda para los damnificados.
Cuando me acuerdo del Internado, en el Estadio de la Universidad Técnica del Estado, el chino Lozan está entrenando el salto alto al nuevo estilo “Fosbory”, para ganar en el campeonato de atletismo de colegios fiscales y correr la posta 4x400 metros planos. Me pasa sus zapatillas de clavos de una marca que recién comienza a conocerse, son las únicas que usaré en mi corta carrera deportiva. Con un clavo marcamos las iniciales de nuestros nombres en puertas y murallas, como una especie de jeroglífico que no tienen nada de imborrable.
Cuando me acuerdo del Internado, Bobby Fischer y Boris Spasky están jugando a la fría guerra del campeonato mundial de ajedrez, movidos por un futuro maestro internacional de ajedrez -“a world on 64 squares” será la forma de firmar los últimos correos electrónicos que enviará desde Nueva York antes de morir-, y un grupo grande se obliga a quedarse en la noche hasta tarde, analizando una de las partidas que el norteamericano gana, jugando con las negras. Otros tantos voluntariamente vamos a mover sacos de harina, porque los dueños de camiones tienen paralizada su distribución. Quedamos enteramente blancos y cansados, como las piezas de una partida de ajedrez abandonada.
Cuando me acuerdo del Internado, estoy recorriendo a dedo parte del desierto de Atacama. Acompañando y acompañado de un futuro poeta y erudito literario, releo la novela “La semilla en la arena”, las páginas que pasan por mis dedos fueron partes de la historia de Chile, que compaginan mucho con futuras partes de la historia de Chile, cuando se publiquen los primeros poemas de mi compañero de viaje y él diga que cuatro poetas chilenos “son los puntos cardinales de un país más justo y libertario, una nación que la poesía ha ido construyendo en el territorio de la utopía, casi como quién, perdido o insolado en el desierto, opta por inventarse un espejismo”.
Cuando me acuerdo del Internado, tengo permiso para salir una tarde después de clases, es invierno, está oscuro, hay una neblina espesa. Voy caminando por la calle Matucana volviendo de una manifestación política en el teatro Caupolicán, miro hacia atrás y hacia los lados, no se veía mas allá de unos pocos metros, siento miedo, lo que más quiero es llegar luego y que ojalá que Plazita el portero, tenga la entrada sin llave. La espesa polarización neblinosa me impedía ver un poco más allá de esos días. El flaco Román se introduce en la espesura clara del cálculo infinitesimal y del libro “Obra Gruesa” de Nicanor Parra, el mono Mendoza repite hasta dormido el poema “España en el Corazón” de Neruda, como un presagio de que habrá golpe de estado.
Cuando me acuerdo del Internado, me pongo los audífonos, hago click sobre el archivo “Go Home Of Ten Years After.mp3”, me sigue gustando el tema, sigo escribiendo en el computador, acordándome de cada primer sábado de noviembre, a las 13 horas, cuando en la puerta del Internado nos juntamos los ex-compañeros de curso. Y siento que por muy excedidos de peso y/o exigencias que estemos, por muy descoloridos y/o escasos que tengamos el pelo y/o los bolsillos, siento, digo, que en parte sigo siendo el imposible adolescente -“no he cumplido aún toda mi edad “- y lo que más querría es ir a la ventana hacia el mundo que era el Internado, revivirlo y desde allá ver estas mañanas.
Víctor Hugo López es ingeniero informático, pero probablemente se lo recuerde más por su apodo, “Indio López”, promoción 1973 del INBA, liceo que hoy cumple su 103 aniversario (Comentarios: vhl@vtr.net).

domingo, mayo 22, 2005

Mensaje Presidencial


Ayer -al escuchar su discurso- me emocioné junto con el Presidente Lagos. Me siento orgulloso de nuestro Gobierno y de haber colaborado con él. ¡Gracias Presidente!

viernes, mayo 20, 2005

Hábitos de Estudio


Recibí la solicitud de abordar este tema, recurrente en el ámbito escolar, cuyo desarrollo y consolidación depende primariamente de la familia. Esto es especialmente importante, ya que si desde temprana edad se incentiva al niño a sistematizar las ocupaciones que realiza cotidianamente en el hogar, tales como períodos libres dedicados al descanso, actividades familiares y sociales, tareas, televisión, juegos, etcétera, se posibilitará la incorporación y adquisición de acciones altamente organizadas, como, por ejemplo, una metodología de estudio, la que incluye, entre otras cosas, una planificación secuenciada de un conjunto de estrategias, que permiten hacer del trabajo escolar una actividad más eficaz y eficiente.

Por otro lado, el hecho que los padres planifiquen en un horario las actividades de sus hijos, constituye la base para desarrollar un hábito ordenado y responsable, no sólo en el ámbito académico, sino también se verá reflejado en otras áreas del desarrollo del niño (social, personal, emocional). En consecuencia, una adecuada planificación del tiempo, hace posible distribuir equilibradamente la jornada diaria y semanal, para completar todo el trabajo escolar, además de facilitar la concentración, al crear la costumbre de estudiar determinadas materias en un tiempo y lugar específico, permitiendo aprovechar el tiempo libre para la recreación.

Una de las áreas en que los niños y adolescentes presentan mayores deficiencias, es justamente la destinada a la distribución de su tiempo, especialmente aquel dedicada propiamente al estudio (plan de estudio). Por otro lado, tan importante como lo anterior, es el análisis de los factores ambientales. Estos están referidos a las condiciones físicas del lugar ocupado para estudiar. El problema no es simple, pero tampoco inabordable. Dentro de las recomendaciones habitualmente formuladas por los educadores, está el elegir un lugar específico para el estudio y utilizar siempre el mismo sitio, el cual debe incluir las siguientes condiciones: estar libre de distractores, ser silencioso, bien iluminado, de temperatura agradable, aislado de ruidos e interrupciones (evidentemente, jamás con el televisor encendido). Permitir una adecuada ventilación y renovación del aire favorece la oxigenación del cerebro. Considerar una mesa de trabajo con todo el material necesario a mano, y contar con una silla que permita apoyar sin dificultad los pies en el suelo, la columna en el respaldo y el antebrazo con comodidad sobre la mesa, favoreciendo una postura corporal adecuada.

Además de estas sugerencias, se encuentran otras destinadas a la organización del tiempo para el estudio, donde se enfatiza que el alumno debería intentar estudiar todos los días una misma cantidad de tiempo, y en lo posible a la misma hora, enfrentando las materias más difíciles cuando se está más relajado. Siempre se debe intercalar períodos de estudio con períodos de descanso. Es más efectivo estudiar todos los días un poco, en lugar de pocos días, mucho rato.

martes, mayo 17, 2005

Confianzas

La confianza, según el Diccionario de la Real Academia Española, presenta varias acepciones. Para los fines de este artículo he escogido algunas:
· Esperanza firme que se tiene de alguien o algo.
· Seguridad que alguien tiene en sí mismo.
· Ánimo, aliento, vigor para obrar.
· “de confianza”:
1. Dicho de una cosa: que posee las cualidades recomendables para el fin a que se destina.
2. Dicho de una persona: en quien se puede confiar, es decir, “Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa”.

Las definiciones señaladas otorgan a la confianza un valor y unos alcances que la sitúan en la primera línea de importancia en cuanto a los requerimientos para las buenas relaciones humanas. Y cuando nos referimos a las relaciones humanas, lo hacemos en el entendido que ellas se dan en diferentes planos, todos ellos de alta importancia: familia, amistades, política, empresas, publicidad, entre otros, son campos de relación en los que la confianza constituye la base para edificar cualquier proyecto o realizar las más variadas acciones.

La confianza puede estar dada por un juicio previo que se tenga de la persona o institución, sin embargo, en su sentido más profundo y trascendente, la confianza obedece a un proceso de construcción, a una dialéctica relacional, a una historia de interactividades. Posiblemente la actividad más propia del quehacer humano es la comunicación, la que es sustento de casi todo nuestro actuar. Cuando nos comunicamos, solemos comprometernos con nuestro interlocutor, en las más variadas formas; desde el asumir una actitud adecuada hasta la ejecución de lo que prometemos hay una cadena -a veces imperceptible- de promesas. Son estas promesas, más bien el cumplimiento de ellas, lo que irá nutriendo nuestra imagen frente a los demás, en cuanto a irradiar confianzas.

Uno de los mayores problemas y debilidades de nuestro sistema es el deterioro de las confianzas, lo que hace arriesgar hasta los mejores proyectos, genera ruidos en las relaciones, entorpece procesos y torna los ambientes en algo desagradable. Un ejemplo de ello es la existencia de la “oposición política” luego de una elección ganada por otro. Al tratarse de mi país o mi ciudad, mi deber será poner todo el esfuerzo necesario para el éxito de la gestión de quien fue –en elecciones, sólo en elecciones- mi contrincante. Si existen confianzas podemos emprender los desafíos que nuestra realidad o sueños quieran, podemos aprovechar y retroalimentar los estados de ánimo personales y colectivos.

domingo, mayo 15, 2005

¿Y los niños muy Tranquilos?

Vivimos la época de la globalización, en la que a veces parece que lo que se está globalizando o generalizando tiene más que ver con lo económico que con la cultura; más con lo aparente que con los valores profundos del ser humano; más con la eficiencia productiva que con el desarrollo interno de la persona. En esta era vemos aparecer el consumismo y el culto a lo material, como paradigmas que reemplazan a la verdadera búsqueda de la integralidad del ser. Junto con esos paradigmas, se nos viene encima el estrés y la frustración por no lograr conseguir aquellos bienes que asociamos con una vida “feliz”. Esta visión –que puede parecer pesimista- del modo como se desenvuelve, en muchos casos, la vida actual de los adultos, tiene mucho de verdad, y la prueba está en los indicadores y estadísticas de salud mental, tanto en el plano nacional como en nuestra ciudad.
Desgraciadamente, en este ámbito, como en muchos otros, los problemas y desviaciones de los mayores, afectan e involucran a nuestros hijos. De este modo, vemos que se considera como “exitoso” a un niño que tiene un buen rendimiento escolar, que no da problemas de disciplina y que se comporta siempre en forma obediente. Muchas veces se piensa que un niño con esas características será ideal, o un modelo para los demás. En contraposición, aparece el muchacho inquieto, a veces catalogado como hiperactivo, que está lleno de reprimendas y cuya presencia significa más un problema, no sólo para el colegio y el profesor, sino también para los padres que deben escuchar permanentes quejas. Estos niños van en contra de los ideales de eficiencia, que nos dicen que se debe obtener sólo buenas notas y ninguna queja conductual, ya que así podrá alcanzar “$ati$faccione$” en su vida de adulto. Unos pocos de los muy inquietos serán objeto de preocupación médica y, si se descubre alguna alteración psíquica en ellos, recibirán tratamiento.
Pero, ¿y los niños muy tranquilos?. Con algunas excepciones, la experiencia del trabajo clínico en Psiquiatría Infantil señala que usualmente no motivan la preocupación de sus profesores y que, por lo tanto, existe una menor motivación hacia sus padres para verificar qué está sucediendo con ellos. Así como la inquietud, la tranquilidad excesiva también puede ser un rasgo de carácter, una variación dentro de la amplia variabilidad de la conducta normal del niño. Lamentablemente, no siempre es así, pudiendo esconderse tras esa pasividad un problema afectivo, emocional o depresivo, un sentimiento de incapacidad para las relaciones sociales, una fuerte timidez, etc. Mientras es pequeño, pasa por ser un niño “no problemático y dócil”, pero al ir creciendo estos rasgos pueden ocasionar una notable baja en la autoestima. Lo importante es no esperar el empeoramiento de los problemas, sino buscar causas y soluciones a tiempo.

miércoles, mayo 11, 2005

Déficit Atencional e Hiperactividad

Todos los niños nacen con facultades psíquicas aún en desarrollo, o “inmaduras”, las que con el correr del tiempo ganarán las características propias de una normalidad. Dentro de ellas se encuentran las habilidades de concentración, de atención y de control de la actividad, las que se adquieren teniendo en consideración dos grandes componentes:
1. Existe bases o condicionantes biológicas, de origen genético, que explican por qué algunos niños presentan mayor o menor facilidad para atender, para comportarse mejor, o para aprender. Como todas las funciones psíquicas, estas tienen su base en la fisiología cerebral, encontrándose sistemas de neurotransmisión involucrados en el control de los impulsos y en las capacidades asociadas al acto de atender y concentrarse.
2. Del mismo modo como ocurre con todo lo susceptible de aprender, estas habilidades son moldeadas por la experiencia formativa que el niño tenga. Los especialistas en Salud Mental Infantil coinciden en señalar que la manera como un niño será criado, es determinante para su expresión conductual futura, debiendo existir una adecuada formación y aprendizaje de las normas y límites en el accionar infantil, el que tiene que darse en adecuado equilibrio con la adquisición de una buena autoestima y seguridad en sí mismo. Las observaciones cotidianas de todos los padres y madres corroboran lo anterior. También en el plano de la atención y concentración, es de trascendental importancia la adquisición de hábitos al respecto, lo que debe darse principalmente en el hogar, y desde las edades más precoces, lo que facilitará la tarea de afianzamiento de estas capacidades, a realizar en los establecimientos de educación preescolar y escolar.

Además de mencionar los dos puntos anteriores, debemos señalar que el segundo aspecto, por así llamarlo “adquirido”, incidirá enormemente sobre el primero. En efecto, si un niño presenta un déficit atencional y/o una hiperactividad, además de utilizar algún tratamiento farmacológico, será de vital importancia el uso de estrategias de manejo conductual, de la autoestima y de sus hábitos.

También es necesario subrayar que, si tenemos en cuenta que estas son habilidades en desarrollo, el que depende en gran medida del ambiente, también es cierto que la escuela o la familia pueden precipitar la aparición de alteraciones en ellas, por someter al niño a exigencias que van más allá de lo que él esté preparado. Así las cosas, debemos considerar que las expectativas que se tengan en cuanto a la adquisición de estas cualidades, deben adecuarse a la realidad propia de cada niño, haciéndose los esfuerzos por comprender cada caso en particular.

lunes, mayo 09, 2005

Pensamiento Lógico

“Lecturas de Psicología del Niño” es una compilación de un destacado psicólogo español, discípulo de Jean Piaget y estudioso del desarrollo del pensamiento infantil, Juan Deval, quien aborda en varios capítulos, con maestría, la teoría de la psicogénesis del desarrollo del pensamiento del sujeto en general y muy particularmente la del niño.
Cuando Jean Piaget expone sus ideas sobre desarrollo, se refiere fundamentalmente a las funciones cognitivas constitutivas del pensamiento. Piaget señala que el sentido epistemológico de la génesis del pensamiento posee “una significación profundamente biológica: el organismo viene predeterminado por una estructuración que, en el curso del desarrollo, se construye poco a poco sin estar ésta enteramente preformada”. Es decir, el individuo trae consigo una estructura interna que le permitirá, a través de la interacción con su entorno, ser enriquecida para adaptarse a nuevos requerimientos que el medio le imponga. En este sentido, el autor plantea: “La adaptación de la inteligencia a lo largo de la construcción de sus estructuras depende tanto de coordinaciones progresivas internas como de informaciones adquiridas por la experiencia”.
De acuerdo con los supuestos señalados por Piaget, hemos rescatado que el desarrollo de la inteligencia es constructivo, pudiéndose encontrar en este concepto una doble organización: “por una parte, supone una coordinación de las propias acciones y, por otra, una puesta en relación entre los objetos”. Lo que quiere hacer entender el autor es que la noción de construcción no está dada ni por el sujeto ni por el objeto, sino por las acciones que éste debe coordinar con su entorno.
La construcción de las estructuras cognitivas supone la participación de la experiencia, sin embargo, esta regla no es suficiente para que el desarrollo siga un curso continuo. Se requiere además de factores de maduración, de autoejercicio y, sobretodo, de una autorregulación continua y activa. Considerando este planteamiento, es que creemos que esta teoría agrega valor a la Psiquiatría Infantil y del Adolescente, ya que considera la posibilidad u oportunidad de que niño se enriquezca de la experiencia del trabajo metacognitivo, mediante la dialéctica de sus acciones en las distintas etapas por las que atraviesa su desarrollo.
Piaget plantea que las estructuras del pensamiento -lógico, abstracto, matemático- suponen esencialmente relaciones de inclusión, de orden y de correspondencia. Según el autor, éstas son relaciones de origen biológico, ya que están contenidas en los diferentes niveles de la estructura del genoma y se expresan antes que se manifiesten en el sujeto. Por tanto, constituyen estructuras fundamentales para el comportamiento y el desarrollo de la inteligencia. Plantea que el punto de partida de estas estructuras lógico-matemáticas debe ser buscado en las actividades del sujeto, es decir en sus acciones en coordinación con su estructura orgánica.

martes, mayo 03, 2005

Esquizofrenia de Comienzo Precoz

En los próximos días deberé realizar una presentación en un evento, acerca de las Psicosis desde el punto de vista de la Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia. A propósito de esta conferencia publico el sigiente artículo relacionado con el tema:
Posiblemente la esquizofrenia es uno de los problemas de salud mental que más ha ocupado a los psiquiatras a lo largo de la historia. Paradójicamente, también es esta enfermedad una de las que permanece en el mayor desconocimiento por parte de las personas que no trabajan en el área de la salud, es decir, de la gran mayoría de la gente. Esta paradoja resulta hoy éticamente inaceptable, toda vez que está comprobado que todos quienes vivimos en comunidad tenemos mucho que aportar para la rehabilitación de las personas con discapacidad de causa psíquica.
Al mismo tiempo, surge un nuevo problema, esta vez en la esfera de la Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia: ¿puede la esquizofrenia aparecer en edades tempranas?; y, junto a este, otro: ¿se trataría de un cuadro semejante, que tendrá un tratamiento parecido al que se usa en adultos?
La esquizofrenia es una enfermedad de comienzo típico en los años finales de la adolescencia y en los inicios de la vida adulta, estimándose su incidencia en alrededor de un uno por ciento de la población. En el caso de los más jóvenes, también puede aparecer el cuadro, afortunadamente en un porcentaje muchísimo más bajo. Se considera “esquizofrenia de comienzo precoz” cuando ésta se inicia antes de los dieciocho años de edad. Dentro de este grupo se distingue el comprendido entre los trece y los diecisiete años, llamado “esquizofrenia del adolescente” y el menor de trece años, denominado “esquizofrenia de comienzo precocísimo”.
Todos estos grupos, en conjunto, no representan más del cuatro por ciento de total de consultantes diagnosticados, por lo que la experiencia clínica mundial y la bibliografía al respecto son escasas. Lo anterior ha llevado a que muchos de los criterios diagnósticos sean copiados de las normas que rigen para los adultos, lo que es cuestionable, ya que existen distintos modos de expresión sintomática y cursos del cuadro según la edad evolutiva de la persona. Por ello, cada vez se desarrolla más la teoría y la práctica enfocada hacia estos grupos etarios, de tal manera de dar respuestas médicas más adecuadas.
Lo que se ha dicho en los párrafos precedentes es de gran importancia, pero hoy en día el foco de la atención científica está puesto en un tema de aún mayor relevancia, cual es el poder realizar un diagnóstico precoz de la esquizofrenia, incluso en la llamada fase prodrómica, que es aquella en la cual aún no se manifiestan claramente los síntomas de la enfermedad. Lo señalado no es imposible, y hoy nos encontramos frente a una gran oportunidad, ya que el diagnóstico en estas etapas lleva a un tratamiento realmente oportuno, implicando un drástico cambio en el pronóstico del cuadro, lo que significa calidad de vida, oportunidades, trabajo, estudio, vida familiar para el paciente y para quienes le rodean. En suma, si logramos estos avances, cambiará la historia de la enfermedad y del quehacer psiquiátrico en este ámbito.

domingo, mayo 01, 2005

Día de los Trabajadores


Hoy, Primero de Mayo, nos saludamos todos quienes conformamos la fuerza de trabajo para el desarrollo de todos, para concretar los sueños, para nuestros hijos...

Les envío una imagen del monumento a los Trabajadores, en el Paseo Colón, Buenos Aires.