En los próximos días deberé realizar una presentación en un evento, acerca de las Psicosis desde el punto de vista de la Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia. A propósito de esta conferencia publico el sigiente artículo relacionado con el tema:
Posiblemente la esquizofrenia es uno de los problemas de salud mental que más ha ocupado a los psiquiatras a lo largo de la historia. Paradójicamente, también es esta enfermedad una de las que permanece en el mayor desconocimiento por parte de las personas que no trabajan en el área de la salud, es decir, de la gran mayoría de la gente. Esta paradoja resulta hoy éticamente inaceptable, toda vez que está comprobado que todos quienes vivimos en comunidad tenemos mucho que aportar para la rehabilitación de las personas con discapacidad de causa psíquica.
Al mismo tiempo, surge un nuevo problema, esta vez en la esfera de la Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia: ¿puede la esquizofrenia aparecer en edades tempranas?; y, junto a este, otro: ¿se trataría de un cuadro semejante, que tendrá un tratamiento parecido al que se usa en adultos?
La esquizofrenia es una enfermedad de comienzo típico en los años finales de la adolescencia y en los inicios de la vida adulta, estimándose su incidencia en alrededor de un uno por ciento de la población. En el caso de los más jóvenes, también puede aparecer el cuadro, afortunadamente en un porcentaje muchísimo más bajo. Se considera “esquizofrenia de comienzo precoz” cuando ésta se inicia antes de los dieciocho años de edad. Dentro de este grupo se distingue el comprendido entre los trece y los diecisiete años, llamado “esquizofrenia del adolescente” y el menor de trece años, denominado “esquizofrenia de comienzo precocísimo”.
Todos estos grupos, en conjunto, no representan más del cuatro por ciento de total de consultantes diagnosticados, por lo que la experiencia clínica mundial y la bibliografía al respecto son escasas. Lo anterior ha llevado a que muchos de los criterios diagnósticos sean copiados de las normas que rigen para los adultos, lo que es cuestionable, ya que existen distintos modos de expresión sintomática y cursos del cuadro según la edad evolutiva de la persona. Por ello, cada vez se desarrolla más la teoría y la práctica enfocada hacia estos grupos etarios, de tal manera de dar respuestas médicas más adecuadas.
Lo que se ha dicho en los párrafos precedentes es de gran importancia, pero hoy en día el foco de la atención científica está puesto en un tema de aún mayor relevancia, cual es el poder realizar un diagnóstico precoz de la esquizofrenia, incluso en la llamada fase prodrómica, que es aquella en la cual aún no se manifiestan claramente los síntomas de la enfermedad. Lo señalado no es imposible, y hoy nos encontramos frente a una gran oportunidad, ya que el diagnóstico en estas etapas lleva a un tratamiento realmente oportuno, implicando un drástico cambio en el pronóstico del cuadro, lo que significa calidad de vida, oportunidades, trabajo, estudio, vida familiar para el paciente y para quienes le rodean. En suma, si logramos estos avances, cambiará la historia de la enfermedad y del quehacer psiquiátrico en este ámbito.
Al mismo tiempo, surge un nuevo problema, esta vez en la esfera de la Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia: ¿puede la esquizofrenia aparecer en edades tempranas?; y, junto a este, otro: ¿se trataría de un cuadro semejante, que tendrá un tratamiento parecido al que se usa en adultos?
La esquizofrenia es una enfermedad de comienzo típico en los años finales de la adolescencia y en los inicios de la vida adulta, estimándose su incidencia en alrededor de un uno por ciento de la población. En el caso de los más jóvenes, también puede aparecer el cuadro, afortunadamente en un porcentaje muchísimo más bajo. Se considera “esquizofrenia de comienzo precoz” cuando ésta se inicia antes de los dieciocho años de edad. Dentro de este grupo se distingue el comprendido entre los trece y los diecisiete años, llamado “esquizofrenia del adolescente” y el menor de trece años, denominado “esquizofrenia de comienzo precocísimo”.
Todos estos grupos, en conjunto, no representan más del cuatro por ciento de total de consultantes diagnosticados, por lo que la experiencia clínica mundial y la bibliografía al respecto son escasas. Lo anterior ha llevado a que muchos de los criterios diagnósticos sean copiados de las normas que rigen para los adultos, lo que es cuestionable, ya que existen distintos modos de expresión sintomática y cursos del cuadro según la edad evolutiva de la persona. Por ello, cada vez se desarrolla más la teoría y la práctica enfocada hacia estos grupos etarios, de tal manera de dar respuestas médicas más adecuadas.
Lo que se ha dicho en los párrafos precedentes es de gran importancia, pero hoy en día el foco de la atención científica está puesto en un tema de aún mayor relevancia, cual es el poder realizar un diagnóstico precoz de la esquizofrenia, incluso en la llamada fase prodrómica, que es aquella en la cual aún no se manifiestan claramente los síntomas de la enfermedad. Lo señalado no es imposible, y hoy nos encontramos frente a una gran oportunidad, ya que el diagnóstico en estas etapas lleva a un tratamiento realmente oportuno, implicando un drástico cambio en el pronóstico del cuadro, lo que significa calidad de vida, oportunidades, trabajo, estudio, vida familiar para el paciente y para quienes le rodean. En suma, si logramos estos avances, cambiará la historia de la enfermedad y del quehacer psiquiátrico en este ámbito.
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