Todos los niños nacen con facultades psíquicas aún en desarrollo, o “inmaduras”, las que con el correr del tiempo ganarán las características propias de una normalidad. Dentro de ellas se encuentran las habilidades de concentración, de atención y de control de la actividad, las que se adquieren teniendo en consideración dos grandes componentes:
1. Existe bases o condicionantes biológicas, de origen genético, que explican por qué algunos niños presentan mayor o menor facilidad para atender, para comportarse mejor, o para aprender. Como todas las funciones psíquicas, estas tienen su base en la fisiología cerebral, encontrándose sistemas de neurotransmisión involucrados en el control de los impulsos y en las capacidades asociadas al acto de atender y concentrarse.
2. Del mismo modo como ocurre con todo lo susceptible de aprender, estas habilidades son moldeadas por la experiencia formativa que el niño tenga. Los especialistas en Salud Mental Infantil coinciden en señalar que la manera como un niño será criado, es determinante para su expresión conductual futura, debiendo existir una adecuada formación y aprendizaje de las normas y límites en el accionar infantil, el que tiene que darse en adecuado equilibrio con la adquisición de una buena autoestima y seguridad en sí mismo. Las observaciones cotidianas de todos los padres y madres corroboran lo anterior. También en el plano de la atención y concentración, es de trascendental importancia la adquisición de hábitos al respecto, lo que debe darse principalmente en el hogar, y desde las edades más precoces, lo que facilitará la tarea de afianzamiento de estas capacidades, a realizar en los establecimientos de educación preescolar y escolar.
1. Existe bases o condicionantes biológicas, de origen genético, que explican por qué algunos niños presentan mayor o menor facilidad para atender, para comportarse mejor, o para aprender. Como todas las funciones psíquicas, estas tienen su base en la fisiología cerebral, encontrándose sistemas de neurotransmisión involucrados en el control de los impulsos y en las capacidades asociadas al acto de atender y concentrarse.
2. Del mismo modo como ocurre con todo lo susceptible de aprender, estas habilidades son moldeadas por la experiencia formativa que el niño tenga. Los especialistas en Salud Mental Infantil coinciden en señalar que la manera como un niño será criado, es determinante para su expresión conductual futura, debiendo existir una adecuada formación y aprendizaje de las normas y límites en el accionar infantil, el que tiene que darse en adecuado equilibrio con la adquisición de una buena autoestima y seguridad en sí mismo. Las observaciones cotidianas de todos los padres y madres corroboran lo anterior. También en el plano de la atención y concentración, es de trascendental importancia la adquisición de hábitos al respecto, lo que debe darse principalmente en el hogar, y desde las edades más precoces, lo que facilitará la tarea de afianzamiento de estas capacidades, a realizar en los establecimientos de educación preescolar y escolar.
Además de mencionar los dos puntos anteriores, debemos señalar que el segundo aspecto, por así llamarlo “adquirido”, incidirá enormemente sobre el primero. En efecto, si un niño presenta un déficit atencional y/o una hiperactividad, además de utilizar algún tratamiento farmacológico, será de vital importancia el uso de estrategias de manejo conductual, de la autoestima y de sus hábitos.
También es necesario subrayar que, si tenemos en cuenta que estas son habilidades en desarrollo, el que depende en gran medida del ambiente, también es cierto que la escuela o la familia pueden precipitar la aparición de alteraciones en ellas, por someter al niño a exigencias que van más allá de lo que él esté preparado. Así las cosas, debemos considerar que las expectativas que se tengan en cuanto a la adquisición de estas cualidades, deben adecuarse a la realidad propia de cada niño, haciéndose los esfuerzos por comprender cada caso en particular.
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