martes, mayo 17, 2005

Confianzas

La confianza, según el Diccionario de la Real Academia Española, presenta varias acepciones. Para los fines de este artículo he escogido algunas:
· Esperanza firme que se tiene de alguien o algo.
· Seguridad que alguien tiene en sí mismo.
· Ánimo, aliento, vigor para obrar.
· “de confianza”:
1. Dicho de una cosa: que posee las cualidades recomendables para el fin a que se destina.
2. Dicho de una persona: en quien se puede confiar, es decir, “Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa”.

Las definiciones señaladas otorgan a la confianza un valor y unos alcances que la sitúan en la primera línea de importancia en cuanto a los requerimientos para las buenas relaciones humanas. Y cuando nos referimos a las relaciones humanas, lo hacemos en el entendido que ellas se dan en diferentes planos, todos ellos de alta importancia: familia, amistades, política, empresas, publicidad, entre otros, son campos de relación en los que la confianza constituye la base para edificar cualquier proyecto o realizar las más variadas acciones.

La confianza puede estar dada por un juicio previo que se tenga de la persona o institución, sin embargo, en su sentido más profundo y trascendente, la confianza obedece a un proceso de construcción, a una dialéctica relacional, a una historia de interactividades. Posiblemente la actividad más propia del quehacer humano es la comunicación, la que es sustento de casi todo nuestro actuar. Cuando nos comunicamos, solemos comprometernos con nuestro interlocutor, en las más variadas formas; desde el asumir una actitud adecuada hasta la ejecución de lo que prometemos hay una cadena -a veces imperceptible- de promesas. Son estas promesas, más bien el cumplimiento de ellas, lo que irá nutriendo nuestra imagen frente a los demás, en cuanto a irradiar confianzas.

Uno de los mayores problemas y debilidades de nuestro sistema es el deterioro de las confianzas, lo que hace arriesgar hasta los mejores proyectos, genera ruidos en las relaciones, entorpece procesos y torna los ambientes en algo desagradable. Un ejemplo de ello es la existencia de la “oposición política” luego de una elección ganada por otro. Al tratarse de mi país o mi ciudad, mi deber será poner todo el esfuerzo necesario para el éxito de la gestión de quien fue –en elecciones, sólo en elecciones- mi contrincante. Si existen confianzas podemos emprender los desafíos que nuestra realidad o sueños quieran, podemos aprovechar y retroalimentar los estados de ánimo personales y colectivos.

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